A pesar de las numerosas horas de
vuelo que toma llegar desde España a Japón, una vez aquí, cuando se viaja con
el propósito de entrenar con Hatsumi Sensei, moverse de un lugar a otro es
complicado. Las distancias son largas y lleva varias horas de tren llegar a
lugares que vistos en el mapa, no aparentan estar tan lejos. Sin embargo, en
este viaje tuve la gran suerte de poder visitar las montañas de Togakushi
en Nagano,
gracias a la inestimable ayuda de mi amigo Higashi san y acompañado de los buyu
Fernándo
Cardoso y Edson Bueno de Brasil. El viaje tomó cerca de 4 horas en
coche. Partimos a las cuatro de la mañana y poco antes de las ocho estábamos
pisando la entrada de Togakushi Jinja, uno de los templos
que existen en Togakushi. Durante el viaje, un ascenso continuado que nos
llevaba por senderos sinuosos rodeados de montañas plagadas de vegetación y
todo envuelto por una niebla que le daba al viaje un carácter místico acorde al
valor que para nosotros tenía esta peregrinación. Para los no iniciados, viajar
a Togakushi
es, si se permite la comparación, como viajar a la Meca. En Togakushi
se originó la escuela Togakure Ryû Ninpô cerca de 900 años
atrás.
Habiendo
viajado a este lugar y observando la orografía del terreno es fácil comprender
que fuese un lugar idóneo para que Daisuke Nishina pudiese esconderse
de sus enemigos y pudiese desarrollar allí una nueva concepción de las artes
marciales y de la filosofía de vida.
La
Naturaleza en esta localización podría describirse como magnánima. Pasear por
los bosques de cipreses infinitos, mirando hacia arriba y no ver su final no
hacía sentirnos como enanos en un mundo de gigantes.
En Togakushi
visitamos dos templos, uno de ellos se encuentra a cuarenta minutos caminando
entre cipreses. Como era tarde y debíamos volver pronto, pues nos esperaban
cuatro horas de viaje de retorno, decidimos caminar muy rápido, por lo que el
camino de ascenso a este templo lo realizamos en 20 minutos, sin duda un buen
entrenamiento para nuestras piernas y nuestros corazones.
Otra de las
cosas que sin duda son un atractivo para los practicantes de ninjutsu
es el complejo que existe dedicado a este tema y que se podría dividir en dos
partes, los museos y ninja mura, la pequeña ciudad ninja.
En la primera parte, se encuentran un museo folclórico de Togakushi,
una reproducción de una casa ninja y un museo dedicado a Togakure ryû con
fotografías y herramientas donadas por Hatsumi Sensei.
En la entrada nos dieron una información sobre estos aspectos
que incluyo aquí traducida:
“Togakushi
Minzoku-kan: Museo folclórico de Togakushi:
El edificio en sí fue construido a mediados del periodo Edo
(siglo 18) y fue utilizado como un almacén para el grano recogido por los
campesinos, dentro del territorio del templo de Togakushi.
Entonces, al comienzo de Meiji (1872), cuando el sistema
educativo fue renovado, se convirtió en la primera escuela de Togakushi.
Ha sido trasladada a la presente ubicación y ahora cientos de
viejas herramientas, ropas, etc, son exhibidas.
Togakure
ryû Ninpô Shiryo Kan: El museo de la escuela Togakure
Ryu ninpô:
Antes de
convertirse en el museo, el edificio fue habitado por grangeros en
Kinasa (Este de Togakushi) Está completamente construido
de Zelkova
(un tipo de árbol)
Armas ninja como shuriken
y flechas, otro equipo usado por los ninja de Togakure y gran cantidad
de valiosas fotografías aportadas por el 34º Maestro de Togakure Ryû Ninpô, Masaaki
Hatsumi, llenan por completo el lugar.
Hay muchas
escuelas de ninpô en Japón, pero la
escuela Togakure enfatiza la defensa en lugar del ataque. Tiene su
propia historia de 900 años.
El arte de
la escuela Togakure de ninpô es preservado en la actualidad y se practica
en la ciudad de Noda, en la prefectura de Chiba por el maestro Hatsumi
y sus discípulos.
Nota: los kanji de Togakushi se leen normalmente Togakushi,
pero se leen Togakure cuando se refieren al ninpô.
Ninja Karakuri-yashiki: La
casa ninja:
Ha sido construida sobre las bases del diseño
de una antigua casa ninja. Alcanza la salida a través de puertas ocultas y
escaleras. Hay un pequeño laberinto justo antes de la salida. ¡Buena suerte!
Shuriken Dojo: La escuela
de Shuriken:
Puedes tener la oportunidad de
lanzar shuriken realies aquí. Si
aciertas la diana cinco veces de siete te llevarás un orize, algo que no puedes encontrar en otro lugar”.
Esa era la información que nos
dieron a la entrada del museo. Una vez dentro pudimos observar parte de las
herramientas de labranza y otras tareas domésticas típicas de la época, pero
sin duda, lo que más llamó la atención, además de la divertida casa ninja donde
existe una habitación inclinada y numerosas puertas secretas y trampas, fue el
museo de Togakure Ryû Ninpô.
No solo fue este un viaje a los
orígenes históricos de la escuela Togakure sino también a los orígenes
más modernos de nuestra escuela Bujinkan. Dentro de este museo se
encontraban infinidad de fotos tomadas en la edad temprana de Bujinkan
con Hatsumi
Sensei, Mariko Sama y los shihanes japoneses mostrando técnicas y movimientos de ninjutsu. Además el museo estaba repleto
de armas, algunas antiguas y otras de relativa más reciente creación que hacían
tener una idea más cercana al tipo de elementos que el ninja usaba para sobrevivir.
La otra visita que realizamos y que
completaba nuestro viaje fue la de Ninja mura, la ciudad ninja, un pequeño
parque de atracciones envuelto por la atmósfera del ninjutsu. Es un gran divertimento para los niños pero que puede
constituir una divertida forma de mejorar tu entrenamiento a través de las
diferentes estaciones que presenta, donde debes saltar, escalar, caminar de
diversas formas, lanzar shuriken o
dardos con la fukiya o escapar de una
casa ninja. Sin duda una buena experiencia para disfrutar y aprender jugando.
Antes de terminar el artículo, debo
recomendar comer en la casa de soba (otra de las cosas famosas de Togakushi)
de Yamaguchi san, amigo de Hatsumi Soke y que permite comer con
unas maravillosas vistas a las montañas de Togakushi.
Para despedirme quiero dar las
gracias de corazón a Higashi san y su afectuosa familia
por hacer posible este viaje y a Fernando y Edson por acompañarme.
Ismael de la Fuente